domingo, 9 de diciembre de 2007

Tipología: los ignorantes; los que fingen ignorancia

FAMILIA POLÍTICA
Tipología: los ignorantes; los que fingen ignorancia

Prisciliano Gutiérrez Hernández

Decíamos ayer, de acuerdo con Sócrates y en abierta contradicción a Maquiavelo que “no hay hombres malos, sólo ignorantes”, y que el camino hacia la sabiduría tiene qué pasar por las aulas, antes de transitar por la “Universidad de la Vida”. Proponía y propongo que, a nivel de licenciatura, cualquiera que sea la rama de la ciencia que abrace un estudiante, debe llevar, obligatoriamente, por lo menos un semestre de Derecho Constitucional.
Como consecuencia de tales reflexiones, retomo la tipología de los políticos, ahora desde la perspectiva de su actitud ante la Ley. Comienzo con los ignorantes y con quienes dicen serlo si así conviene a sus muy particulares intereses. Es principio general de Derecho que “la ignorancia de las Leyes no excusa su cumplimiento”.
Dicho precepto, recogido por el artículo 21 del Código Civil Federal, se complementa en el mismo ordenamiento: “ pero los jueces teniendo en cuenta el notorio atraso intelectual de algunos individuos, su apartamiento de las vías de comunicación o su miserable situación económica, podrán, si está de acuerdo el Ministerio Público, eximirlos de las sanciones en que hubieren incurrido por la falta de cumplimiento de la ley que ignoran, o de ser posible, concederles un plazo para que la cumplan, siempre que no se trate de leyes que afecten directamente al interés público”.
De lo anterior se infiere que, existen individuos ignorantes de su propia ignorancia. En cualquier momento son víctimas de ella y del sistema económico, político y social que la engendra. Al prudente arbitrio del juzgador corresponde atemperar las injusticias que se originan por este fatalismo.
El Barón de Humboldt definió al México de su tiempo como “El País de las Desigualdades”. Hoy sigue siendo así. Nuestra tierra, es de contrastes: frente a la opulencia, la indigencia; junto a la Globalización, el aldeanismo; con la tecnología de punta, conviven los instrumentos de producción, más rudimentarios…
En materia educativa pocos doctorados se pierden entre muchos analfabetos. La Seguridad Pública diariamente recibe retos y espectaculares embates del crimen organizado que atentan ya contra la seguridad nacional. La prevención del delito es prácticamente inexistente. En materia de procuración de justicia continúan las fallas y la ancestral corrupción se infiltra en todos los niveles, pese a los esfuerzos para erradicarla. La impartición de justicia busca acercamiento a los grupos más vulnerables y crea medios alternativos para un acceso más equitativo.
El órgano responsable de lo Contencioso Administrativo (Tribunal Fiscal Administrativo) cada día se conoce más. De manera irreversible el ciudadano aprende a defenderse contra la arbitrariedad y el desvío de poder. La readaptación social requiere, con urgencia, procesos de cirugía mayor, de reingeniería que permitan erradicar, para siempre de los muros carcelarios la vergonzosa queja, contra una lacerante realidad: En este lugar maldito.Donde impera la tristeza.No se castiga el delito.Se castiga la pobreza.
La ignorancia “de a deveras”, las más de las veces, surge de la precariedad económica, aunque puede verse “hasta en las mejores familias” (las familias políticas).Por otro lado, los que simulan, los pillos, los farsantes, los defraudadores (sean “de huarache” o “de cuello blanco”), recurren a todo: intimidaciones por teléfono; engaños con supuestos premios bancarios, abuso de la buena fe de quien firma como aval; transferencias bancarias electrónicas fraudulentas, además de “cheques de hule” y otras formas tradicionales que hacen de las conductas ilícitas (dentro o fuera del poder) redituable modus vivendi; siempre bajo excusa de ignorancia y certeza de impunidad.La estadística, fundamenta que de cada cien delitos, solamente seis son castigados. La severidad de las penas, de nada sirve. Las soluciones mágicas no existen. Gobernantes y gobernados estamos sujetos a la Ley, por igual. No vale ser o fingirse ignorante: el camino hacia la justicia sí pasa por la cultura.

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