martes, 18 de diciembre de 2007

3 diciembre 2007

FAMILIA POLÍTICA
"No hay hombres malos. Sólo ignorantes".
Sócrates.

"El hombre nace malo. Es malo por naturaleza".
Maquiavelo.

Prisciliano Gutiérrez
Política, Derecho y Educación
Hace algunos años escribí una tesis para acreditar mi Posgrado en Docencia en el CIIDET. En ese tiempo era titular de la materia Derecho Constitucional Administrativo en el Instituto Tecnológico de Pachuca. La propuesta central de aquel trabajo era incluir esa asignatura, con carácter curricular en el último año de licenciatura, independientemente de la especialidad que tuviera el profesionista en ciernes. Hoy refrendo mi idea.
Algunos críticos a ultranza, puristas de la ciencia por la ciencia misma y de la superespecialización, al margen de la cultura general, objetarán, aduciendo argumentos tales como: ¿Qué tiene que ver el Derecho con la Física cuántica? ¿Para qué perder tiempo, (por ejemplo en Ciencias Biológicas) estudiando la Constitución si es más importante aprender a curar una apendicitis? No niego la relativa validez de quien así pudiera opinar; sin embargo, citando al Filósofo de Güémez respondo: "Estamos como estamos porque somos como somos".
¡Cuántos excelentes profesionistas son pésimos ciudadanos! Durante su formación universitaria, tal vez aprendieron a aprender; aprendieron a hacer, pero no aprendieron a SER, según lo establecen los postulados de la UNESCO.
El analfabetismo cultural, cual moderna espada de Damocles amenaza a una organización social cada vez más consumista, frívola y carente de valores (laicos). Entre los jóvenes y no tan jóvenes, el Civismo como asignatura escolar, es parte de una historia desconocida; el estudio serio de la Gramática Española, no está en los programas escolares; mucho menos en la realidad. La Lógica, las Etimologías, la Historia, la Literatura, la Filosofía… son vistas con desprecio por profesionistas con mucha información y rudimentaria formación.
Este fenómeno permea en todos los estratos; incluso contamina a las altas esferas en los tres órdenes del Gobierno y a las estructuras de los tres Poderes.
Los políticos (o quienes creen serlo) que se desempeñan en el Poder Ejecutivo, son (o dicen ser) especialistas en árboles, pero generalmente se pierden en el bosque.
Los políticos (o quienes aspiran a serlo), ungidos por la gracia del voto popular, se enfrentan a la incomprensión y aún al rechazo de la ciudadanía a la que supuestamente representan pues, resulta terriblemente difícil explicar a una opinión pública sin mínimos conocimientos jurídicos, lo que es el proceso legislativo y en general, una dinámica parlamentaria que hace que las cosas sean como son y que las leyes se inicien, discutan, aprueben, promulguen, se publiquen y entren en vigor, de acuerdo con reglas del juego escritas y no escritas. Finalmente, la norma jurídica rige, por igual, a gobernados y gobernantes, aunque estos últimos gocen de fuero constitucional.
De igual manera, los jueces y magistrados que actúan en el Poder Judicial (Federal y de los Estados), así como en los tribunales autónomos en materia contenciosa administrativa, sufren para traducir sus decisiones al lenguaje cotidiano. Muchas amistades se pierden porque la Ley impide hacer favores.
Mientras subsista en la mayoría de la población el desconocimiento del texto constitucional; de la relación y límites del Poder Público frente al gobernado; la vigencia del postulado que esgrimía Don José María Morelos y Pavón "Que todo el que se queje con justicia tenga un Tribunal que lo escuche y defienda contra el arbitrio"… el Estado de Derecho puede ser enjuiciado por charlatanes que se sienten líderes de opinión y que destrozan con garrafal ignorancia, e iniciativa, los más serios propósitos de los gobiernos, cualquiera que sea su signo.
Personalmente digo, al igual que Sócrates: "No hay hombres malos, sólo ignorantes". Algunos hombres de poder hacen el mal porque no saben cómo hacer el bien.
Las próximas generaciones deben aprenderlo en la escuela.